Qué otra forma hay de quererte
que crear con un chasquido
un relámpago que inflame
tus pinares más ocultos.
Qué otra forma hay de abrazarte
que no acabe removiendo
todo el magma en tus entrañas
hasta que el volcán explote.
Qué otra forma hay de dormirme
abrigado en tus infiernos
que apagar tu sol de un soplo
y encender todas tus noches.
Qué otra forma hay de alentarte
sin que arrecie la tormenta
que convierte en un oasis
los desiertos de tu cuerpo.
Qué otra forma hay de enfrentarnos
al futuro amenazante
entre tantos terremotos
que derruyen tus abismos.
Qué otra forma hay de extendernos
más allá del infinito
que construyendo huracanes
que sacudan tu hojarasca.
Qué otra forma hay de aceptarnos
como somos sin reproches
que inundarnos con las olas
que esculpen nuestros mares