Selena sentía aún la presión de la última embestida de Elio cuando exhaló un último suspiro y relajó sus músculos sobre la paja. De inmediato, un trallazo tibio impactó en su abdomen, y al bufido de Elio le siguieron las risas cómplices de ambos, que se fundieron en un abrazo. Sentía algunas punzadas en la espalda, pero después de varios encuentros ya se había acostumbrado.
Elio tomó un trapo y se secó su miembro; luego hizo lo mismo en el abdomen de Selena. A continuación se levantó, se sacudió su pelo rubio y, con los brazos en jarra, miró a Selena en su plenitud.Seguir leyendo «Elio y Selena»