Dicen que todos tenemos un doble en alguna parte, pero Matthew Miller no tenía la paciencia necesaria para encontrarlo, así que raptó a aquel científico para que diera con una fórmula para clonarlo y poder consumar su propósito.
Durante años, el genetista Robert McArthur estuvo retenido en el sótano de una pequeña vivienda rural que Miller frecuentaba los fines de semana. Si no fuera porque estaba secuestrado, McArthur hubiera deseado trabajar en aquel ambiente rural toda su vida, lejos del estrés urbano y de la polución. Además, su secuestrador le proporcionaba los mejores alimentos, le conseguía todo el material que solicitaba y hasta le había asegurado un buen pago en metálico si conseguía clonarlo. Con ese dinero, McArthur calculó que podría jubilarse.Seguir leyendo «El caso de La corona contra los siete Millers»